Yo era un niño, lo recuerdo claramente. Tenía una nave espacial y viajaba a lugares raros, en donde siempre había olor a cemento mojado y nunca sopa. Cuando subía a la nave, el mundo se detenía y los actores de mi vida quedaban paralizados esperando a que yo volviera para estar cumpliendo su función para mi. Yo era un niño, porque aveces en los sueños estoy jugando con mis vecinitos, corriendo en tardes interminables, transpirado y con la mano roja de jugo en polvo lleno de ROJO 40 y AMARILLO CREPÚSCULO que finalmente me permitirán vivir sólo ciento diez años. Yo era un niño, lo sé porque no he dejado de serlo, y me he cubierto de capas para disfrazarme y pasar inadvertido (generalmente lo logro). Yo era un niño, porque no tenía reloj y con suerte sabía si era enero o febrero, martes o sábado, rico o pobre, bueno o malo, estrella o planeta, señora o señorita, diario o periódico, hijo de puta o hijo de monja. Yo era un niño porque rezaba y veía al viejito pascuero, era un niño porque no sabía que las islas no flotan, ni que en cada país no había un tirano...
Yo soy un niño, porque creo que el final es siempre bueno, que la contaminación disminuye, que seremos más felices, que mi mami me arropa cuando me destapo de puro gusto cuando se acerca a mirar si estoy dormido o no. Seré un niño cuando me quite la ropa de anciano y la deje tirada, cuando me olvide de los que quise (y de los que traté de odiar) y me vaya recién formateado pretendiendo ser un ignorante sanito, llorón, mojado y en busca de una teta proveedora, para luego resolver mis deudas en una lluvia de verdades falsas aveces tan linda...yo era un niño.
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